COMMUNIO SANCTORUM

Comunidad religiosa, de carisma misionero contemplativo. Fundada en 1975, en Alemania, por el P. Vidal Gutiérrez (español), fallecido en 2004, y el P. Pedro Bretzinger (alemán). En los años 80 ambos iniciaron la difusión de su misión en Ecuador, que se mantiene hasta la actualidad. En este país inició la vivencia de vida comunitaria religiosa en rama masculina y femenina, a partir del año 2006, dado que anteriormente, aunque los dos sacerdotes vivían una regla de vida religiosa, solo habían creado y trabajado con grupos de laicos con el carisma de Communio Sanctorum. Ya con el ingreso de los nuevos miembros, el deseo comunitario se realizó, contando actualmente con más de 10 miembros con votos perpetuos, entre ellos sacerdotes y consagradas.

La misión se desarrolla de diferentes formas: Educación, Casas de Retiro, Formación de grupos de laicos, Parroquia, proyectos caritativos y misiones. En todo ello el objetivo es inculcar el espíritu contemplativo en el Pueblo de Dios, aspirando llegar a la plenitud de lo Católico. La Comunidad cuenta con aprobación eclesial con estatutos Asociación Privada de Fieles, los cuales se están analizando para que en el futuro pueda ser un Instituto de Vida Consagrada. Además de Ecuador, la labor de extender el espíritu de contemplación y caridad de la comunidad se ha extendido a otros países, como España, Alemania, Chile, Estados Unidos, Japón y El Salvador.

FUNDADORES

PADRE VIDAL GUTIÉRREZ

El P. Vidal Gutiérrez nació en Rocamundo, en el nor-este de España, entre las ciudades de Burgos y Santander el 21 de noviembre de 1940. Proviene de una familia humilde, último de 14 hijos y de padres muy religiosos. Desde niño el P. Vidal tenía una sed insaciable de desarrollar los talentos y capacidades que Dios ha puesto a su disposición. Devoraba libros, sin dejar de profundizar. La famosa curiosidad del filósofo que querría saber y que no se cansaba de buscar hasta tocar el fondo del problema y encontrar respuestas sólidas y valederas. Con 11 años ingresa en el seminario de los padres escolapios sin ver más a su familia hasta la celebración de su primera misa en el pueblo natal luego de su ordenación sacerdotal el día 19 de diciembre del 1964.

El día lunes de Pentecostés del año 1975 se encontraron los dos en la casa de la familia del P. Pedro. Ambos sentían en este encuentro un llamado de emprender juntos un camino de búsqueda de Dios. Se fundó un primer grupo consistente de unas 12 personas, en su mayoría jóvenes que tenían sus dificultades con la fe y con la Iglesia. Fue una vivencia de grande intensidad espiritual. Era la primera semilla de un nuevo movimiento espiritual que llevaba el nombre “Communio Sanctorum”. Todo partía de dos preguntas: “¿Quién es Jesús?” y “¿cómo querría que sea Su Iglesia?

Gran espacio de su atención pastoral dedicaba a los sacerdotes. No de una forma oficial o desde un nombramiento de parte de la Diócesis, más bien a título personal, cultivando lazos de fraternidad con los hermanos sacerdotes y en especial con el Señor Obispo a quién visitaba a menudo proponiendo sus criterios sobre asuntos eclesiales. Pese al volumen de su trabajo tenía tiempo para todos. Conversaba con los jóvenes, hablaba con los trabajadores, visitaba familias, realizaba viajes misioneros al extranjero, encontrando esta expresión multifacética de su vida su unidad en los largos ratos de oración delante del Santísimo.

Fallece, trágicamente en un accidente de tránsito el día 30 de octubre del año 2004. Fue un regalo de Dios para los que lo conocían y un ejemplo de santidad que se propone para imitar.

PADRE PEDRO BRETZINGER

Nace el 3 de agosto del año 1955 en Bruchhausen, un pueblo pequeño de 2.000 habitantes. La presencia de su abuela Amalia garantizaba profundidad espiritual pues era mujer de mucha oración no obstante los 14 hijos que tenía, con el trabajo inmenso que traía su familia numerosa consigo. A ella le debe dos grandes regalos: la devoción a María y su vocación sacerdotal.

Con 9 años, ya siendo monaguillo junto a un sacerdote virtuoso que se llamaba P. Franz Rees, comunicó el deseo de su vocación sacerdotal a sus padres. Mientras que ellos se mostraban felices, pero preocupados por la carencia de dinero, la abuela no veía obstáculos más bien intensificaba sus oraciones y logró reunir los fondos necesarios para los estudios, haciendo participar el seminario menor de “Verbo Divino” con media beca, al Sr. Párroco con cuarta beca y ella misma, con sus últimas reservas con cuarta beca. Luego de una etapa de enfriamiento en su vocación, conoce al P. Vidal, era entonces cuando inició Communio Sanctorum en aquel lunes de Pentecostés 1975.

Al ver crecer cada vez más la comunidad y sus proyectos los dos se confesaban, entre sonrisa y seriedad, preferir partir primero  el uno ante el otro de este mundo, antes de quedarse con semejante responsabilidad. En el caso del P. Vidal se unió otro aspecto: su fibra filosófica y su deseo de entender palpablemente los misterios de la fe, lo hacían decir con frecuencia: “Quisiera morir para ver”. A la final Dios dispuso a que el P. Vidal fuera a partir primero de este mundo; fue una experiencia con sentimientos encontrados; el profundo dolor de su ausencia se mezclaba con la alegría de la  certeza de su presencia junto a nosotros.

De ahí comienza un nuevo capítulo en la historia del Movimiento cuyos protagonistas están en este momento en un proceso de adentrarse en sus papeles para llevar adelante a la comunidad.

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