REGLA DE VIDA DE CONSAGRADOS COMMUNIO SANCTORUM

ANTES QUE NADA

 1.  Por la infinita gracia y misericordia de Dios plugo a Su Divina Majestad depositar en nuestras humildes personas, P. Vidal Gutiérrez y P. Peter Bretzinger, la responsabilidad para esta comunidad que lleva el nombre de “Communio Sanctorum”.

 

2.   Creemos firmemente que este camino sirve para suscitar en muchas almas el deseo de servir a Dios Padre, imitando a Su Hijo Jesucristo, iluminados por el Espíritu Santo y guiados por las manos de María.

2.1    El origen y meta de todo cuanto existe, y, por tanto, también de nuestro movimiento, es la comunión trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

2.2  El Movimiento existe porque Dios es Amor y quiere hacer de todos los hombres una única familia, su iglesia, convocada, reunida y reconciliada en Su Hijo amado, Jesucristo.

2.3  La finalidad principal consiste en trabajar incansablemente en la santificación de todos y cada uno de sus miembros y de contribuir de esta manera con un aporte para la renovación en la Iglesia universal.

 

3.   La pregunta clave ha sido desde el principio: ¿Quién será heredero de este espíritu que hemos recibido de la misericordia de Dios? Serán los que acogen este mismo espíritu con humildad y docilidad: habrá muchos llamados y pocos escogidos.

4.   En Num. 11 leemos como Moisés transmite su espíritu a setenta hombres que actúan y continúan con este mismo espíritu recibido de Moisés. En Pentecostés es Jesús el que transmite su Espíritu a los apóstoles. A lo largo de la historia de la Iglesia se repite siempre el mismo fenómeno: Por doquier que Dios suscita en el seno de la iglesia un nuevo carisma o una nueva comunidad, Él mismo asocia a la persona elegida, al portador primero del carisma, otras personas que comprenden y acogen su espíritu. De esta manera se han formado todas las órdenes religiosas.

PREÁMBULO

  1. Vivir como hermanos es un milagro que solo Dios puede conceder.
  2. La vida comunitaria resulta en la medida en que cada uno de sus miembros busca existencialmente y personalmente a Dios.
  3. Cuando alguien contrae el sacramento matrimonial depende en sus decisiones del cónyuge – ya no vive para sí solo. Más delicado y más difícil es vivir en comunidad religiosa. En todos los asuntos de la vida tendrá que tomar en cuenta a los demás. Es el sentir de un “nosotros” que sin embargo no borra la individualidad de cada miembro, sino la profundiza, la purifica y la ennoblece.
  4. Una regla en los tiempos actuales de la postmodernidad debe tocar los puntos más esenciales de convivencia que son de observar y debe caracterizarse por una cierta flexibilidad para no resultar una camisa de fuerza que impide la creatividad y restringe la vida en el Espíritu de la libertad de los hijos de Dios.
  5. Existen reglas que definen hasta en detalles lo que cada miembro de la comunidad debe observar y existen otras que se contentan con pocos puntos. Nosotros querernos vivir nuestro seguimiento de Cristo bebiendo de la fuente de la ciencia de los santos que son la interpretación más auténtica del Evangelio.
  6. Las penitencias de hoy consisten más que en severos ejercicios ascéticos. Las exigencias del trabajo cotidiano, el estrés, el nerviosismo de la gran ciudad, la ausencia de espacios de silencio y soledad causan desequilibrio, pérdida de paz y armonía. Mantener en estas condiciones el dominio de sí mismo, soportar con paciencia los desequilibrios de los demás, ofensas, heridas, desprecio, calumnias, todo eso con paz y mansedumbre. Encontrar en estas condiciones el modo de entregarse a los demás, brindar tiempo para escuchar, manifestar disponibilidad. Seguir amando, aun sintiendo el vacío por dentro. Seguir amando, sintiéndose solo y no comprendido y a veces experimentando ridiculización y hostilidad. Toda penitencia está en función de aprender a amar sin límites, especialmente en las circunstancias más difíciles. “Los santos van al infierno”. Los verdaderos santos descienden con Jesús al abismo de las almas y comparten con sus hermanos el frío de la ausencia de Dios.
  7. “Communio Sanctorum” vive una doble vocación: la de ser monje y misionero a la vez. Entre las dos vocaciones ejerce la parte contemplativa prioridad.
  8. En los tiempos actuales, el activismo del hombre, absorbido por múltiples ocupaciones, amenaza extinguir el espíritu de la oración. La costumbre de muchas familias de rezar diariamente el Santo Rosario, terminada la jomada, es sustituida por el consumo excesivo y descontrolado de la TV. Incluso, y al mismo tiempo, disminuye drásticamente el número de las personas consagradas a Dios que valoran debidamente la oración. Sin oración se asfixia el alma. Una humanidad que colectivamente abandona la oración, sufre espasmos de asfixio y está destinada a morir.
  1. La oración es fuente inagotable de energía, es participación de la vida de Dios. “El Señor es un Dios eterno y ha creado los confines de la tierra. No se cansa, no se fatiga y su inteligencia es insondable; fortalece al cansado, da energías al que desfallece. Se cansan lo jóvenes y se fatigan, los muchachos tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor verán sus fuerzas renovadas; les salen alas de águila, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan (Is. 40,28- 31)”.
  2. Para que la oración se haga desde dentro y con el corazón, es imprescindible descubrir su necesidad vital para nuestra existencia. Solo así no se la siente como una carga pesada o una obligación impuesta desde fuera. Ir a la oración es ir al encuentro con quien el alma ama por encima de todo lo creado y por entonces no es fatiga, tedio y aburrimiento sino alegría, deseo, descanso.
  3. Es preciso organizar el día de tal manera que todo gire en torno a la oración. Planificar bien los quehaceres que por obligación le incumben a uno realizar y luego invertir cada instante libre en la oración.
  4. La meta de toda práctica de oración consiste en llegar a la oración perpetua o ininterrumpida por la que vive el alma en la conciencia permanente de la presencia de Dios.
  5. Siguiendo el consejo de San Pablo “Orad sin cesar”, grandes maestros de espiritualidad han desarrollado métodos para adquirir la oración ininterrumpida. Entre ellos cabe mencionar la obra de un autor anónimo que se titula “El peregrino ruso”; demuestra que la repetición frecuente de palabras sagradas conduce a la experiencia de la inhabitación del Espíritu Santo en nuestra alma donde ora incesantemente en nosotros, como también enseña San Pablo en la carta a los romanos (8,26,27).
  6. Explica Santa María Magdalena Pazzi: “A la manera que dos ríos confluyen y se entremezclan y el más pequeño pierde su propio nombre y asume el del más grande, también actúa así este divino Espíritu al venir al alma y hacerse una sola cosa con ella”.
  1. El hermano Lorenzo de la Resurrección propone un camino para aprender a llegar a la conciencia de la presencia del Señor en los más simples quehaceres y circunstancias de la vida
  2. Parafraseando las palabras de San Agustín podemos decir: “Ora y haz lo que quieras”.
  1. La verdadera, la perfecta oración, la sabremos hacer en el cielo. Mientras tanto, nuestra oración es un balbuceo, el balbuceo de un bebé que todavía no sabe que Importante es que tengamos deseo de aprender. Son tantos que permanecen toda su vida mudos porque nunca han aprendido a orar. ¿Qué podrán decir en la eternidad?
  2. Es preciso descubrir la oración en toda su riqueza. Fuente primera de enseñanza son las Sagradas Escrituras. Pueden servirnos las siguientes figuras para inspirar nuestra vida de oración:
    • 18.1 Gen. 32 habla de la lucha en la noche de la fe: “No te soltaré antes que no me bendigas”, es la oración que, en las circunstancias más contrarias, cuando se cierren todas las posibilidades humanas, insiste en que Dios tiene todavía una bendición que puede cambiarlo todo.
    • 18.2 En Gen 15 se relaciona la oración con la capacidad del hombre de soñar con audacia o atrevimiento. Esta forma se encuentra simbolizada en un Abrahán que es indicado por Dios de alzar sus ojos al firmamento para mirar las estrellas y no dudar que su descendencia, la descendencia de un anciano y de una anciana estéril, iba a ser más numerosa que las estrellas. Es la oración que nos invita a ser audaces. A Dios le gusta que le pidamos lo que exceda a la estrechez de nuestra mente y de nuestro corazón. Quiere que soñemos con cosas grandes y creamos firmemente que el poder de Dios lo puede alcanzar todo.
    • 18.3 En Éxodo 17 tenemos un hermoso ejemplo de la oración de intercesión. Moisés se encuentra en el monte, alzando los brazos ante Dios en oración, mientras que Josué lucha abajo en la llanura contra los amalecitas. En cuanto los brazos de Moisés se mantienen elevados en intercesión, prevalece el ejército de los israelitas. Apenas se cansa Moisés de orar, prevalecen los enemigos. La oración de intercesión lleva a Moisés a ofrecer su propia vida, a cambio de la vida del pueblo condenado a morir a causa de sus pecados. Prefiere Moisés quedar borrado del libro de la vida antes que se aniquile el pueblo. Abrahán, Moisés, Ester, sobre todo los profetas han sido grandes intercesores a favor de su pueblo. En el Nuevo Testamento es San Pablo que dice en la carta a los romanos: “Ojalá pudiera ser anatema para que mi pueblo se convierta y se salve”. Santa Teresa estaba dispuesta a morir mil muertes con tal de que se salvara una sola alma.
    • 18.4 La oración de Job es conocida como la oración de la paciencia. Después de haberlo perdido todo lo que significaba el encanto de su vida, sus hijos y todo lo que poseía, fue flagelado de una enfermedad que lo llevaba al borde del Job no se resigna. A primeras, protesta, se rebela e incluso reclama a Dios de ser injusto lo que le está sucediendo. Es asombrosa la audacia con que Job se enfrenta con Dios. Pero pase lo que pase, no da el paso de romper con Dios. La oración de Job nos hace comprender que en nuestra relación con Dios están permitidas todas las preguntas, dudas, inseguridades que puede haber en nuestro corazón. A la vez nos insta a adoptar una actitud de paciencia que se apoya en la certeza de la presencia de Dios en cada instante de nuestra vida, aún y sobre todo, cuando pasemos por las profundas oscuridades de nuestras dudas, angustias e inseguridades.
    • 18.5 La oración es purificación. En la figura de Naamán, importante funcionario del ejército sirio, encontramos a un hombre que sufre de lepra. Por intervención de una humilde muchacha hebrea, Naamán llega a conocer al profeta Eliseo. Ni son gestos espectaculares, ni palabras mágicas, sino la humilde obediencia al mandato de Dios, transmitido por su profeta, lo que conduce a la sanación milagrosa de su enfermedad. El sumergimiento en las aguas del Jordán manifiesta el deseo de Dios de restablecer la integridad de la existencia humana, corrompida por el pecado y es a la vez una invitación de dejarse purificar constantemente por las aguas regenerativas de la gracia divina. El mismo mensaje abarca el simbolismo del fuego que encontramos en la vocación de Moisés, en la zarza ardiente, y en la de Isaías.
    • 18.6 La oración que caracteriza el “Cantar de los cantares” es la más bella de todas las formas. Dios es amor y es el amor la única manera adecuada de responderle. Sin embargo, el amor humano es inconstante e imperfecto y contrasta totalmente con el amor de Dios. En un largo y lento proceso de purificación Dios le enseña a su esposa, que es a la vez su pueblo y es cada alma, el verdadero amor que le conduce a asemejarse a Él. Los místicos de todos los tiempos se han inspirado en estas canciones nupciales y han visto en ellas el anuncio de una unión íntima del Creador con su criatura que tiene rasgos matrimoniales.
    • 18.7 Del NT fascina la oración de María, resumida en el cántico del Magnificat y que elogia la grandeza de Dios que se vislumbra precisamente allí donde la criatura humana se anonada para que Dios lo pueda ser todo en ella. “Todo es gracia”, gracia gratuita de Dios, que requiere únicamente la apertura de la fe y de la confianza para que Dios pueda hacer cosas grandes en ella.
    • 18.8 La oración de Juan el Bautista, mencionada por los apóstoles al pedirle a Jesús que les enseñe, es el complemento necesario a la oración de María. Es marcada por la penitencia, por Ia abnegación y por el ayuno. A la gracia gratuita corresponde el esfuerzo humano para llegar a Dios. Sin embargo, Jesús dimensiona con claridad la relación que existe entre las dos formas de orar cuando dice: “Entre todos los nacidos de mujer nadie es tan grande como Juan el Bautista, sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.”. Significa: una gotita de la gracia divina vale más que todos los esfuerzos humanos, por más heroicos que sean, para llegar a Dios.
    • 18.9 Toda oración cristiana culmina en la oración del Señor, el “Padre Nuestro” que se concentra en una sola palabra: “Abba”, palabra cargada de infinita ternura y confianza. Enseñándoles su forma genuina de dirigirse al Padre, Jesús introduce a sus discípulos al secreto de su relación con el Padre y les hace partícipes de su íntima unión con ÉI.

19 LA CONTEMPLACIÓN

  • 19.1 Buscar de vivir el espíritu de contemplación es uno de los objetivos principales de “Communio Sanctorum”. Se trata de una búsqueda de Dios para encontrarlo en todas las cosas. Tratar siempre en todas partes con Dios, de modo que toda vida es vivida en Dios.
  • 19.2 Celano, biógrafo de San Francisco y Santa Clara, decía de sus protagonistas: “Nunca dejaron de orar, siempre estaban dedicados a la oración”. A la pregunta: “¿Cuánto tiempo dedicas a Dios?” responde el verdadero amante de Dios: “Todo el día, también cuando duermo. En la vida y en la muerte somos del Señor”.
  • 19.3 En la vida contemplativa no puede faltar la idea de la ‘”Stellvertretung”: Representamos a toda la humanidad ante Dios, especialmente a los que ya no creen, aman y esperan.
  • 19.4 Cada miembro de la comunidad que llega a la consagración, se compromete de realizar diariamente tres horas de oración mental, preferiblemente frente al Santísimo Sacramento. Cada mes tres días. Cada tres años 40 días y cada 7 años un año sabático. De esta manera queda garantizado el espíritu de contemplación.

20 EL CAMINO HACIA LA CONSAGRACIÓN - ACOGIDA PARA EL ASPIRANTADO

20.1 El interesado de participar de nuestra vida se presenta al responsable de la comunidad para un primer discernimiento.

20.2 Criterios de admisión, son los siguientes:

†   Deseo de santidad, que es perfección en el amor.

†   Inclinación a la vida contemplativa.

†   Espíritu de humildad, sencillez y pobreza.

†   Capacidad para cumplir con un encargo determinado dentro de la comunidad.

†   Disposición de entrar en un camino de formación permanente.

†   Generosidad en el compartir con los demás.

†   Espíritu de sacrificio.

†   Amor a los pobres y necesitados.

20.3 El discernimiento definitivo se hace dentro de la comunidad.

20.4 El aspirante comparte experiencias en los distintos proyectos de la comunidad.

20.5 Los respectivos miembros de los equipos que corresponden a cada proyecto intercambian impresiones con el responsable de la comunidad, quien toma la decisión final.

20.6 Se evitará todo tipo de proselitismo: si se percibe en el aspirante un carisma que podría realizar mejor en otra comunidad, no se debe dudar de orientarlo hacia ella.

20.7 La coincidencia en el carisma de todos los miembros de la comunidad es de fundamental importancia para el orden y la armonía de la convivencia fraterna.

20.8 La fase de discernimiento del aspirante debe durar un tiempo prudente (por lo general un año) que sea necesario hasta captar bien el verdadero carisma del candidato.

 

21 ACOGIDA PARA LA VIDA CONSAGRADA

21.1 Nuestro querido P. Vidal tenía una frase que decía: “Nuestra comunidad tiene una puerta de entrada y mil de salida”

21.2 La conciencia de la grandeza del compromiso con Dios dentro de la comunidad va a la par con la del sentido de la plena libertad al asumir este compromiso que abarca todo el resto de la vida.

21.3 Siendo la consagración un acto de amor, requiere intrínsecamente el elemento de la libertad.

21.4 Antes de dar este paso trascendental, el candidato tiene la oportunidad de probar su vocación o de probar, a su vez, la comunidad su vocación por medio de votos temporales que abarcan el lapso de un año.

21.5 Es el candidato el que solicita al superior la admisión de los votos temporales. De esta manera se evita un automatismo en el avance de cada uno de los aspirantes.

21.6 La duración de esta fase decide el responsable de la comunidad, discerniendo individualmente el estado de progreso en cada aspirante. El mínimo de tiempo de formación para la admisión a los votos perpetuos son siete años.

21.7 Condiciones de admisión a los votos perpetuos:

  • Conocimientos básicos de teología (Cristología, eclesiología, historia de la Iglesia,)
  • Conocimiento de corrientes y obras de espiritualidad
  • Conocimiento amplio del carisma de “Communio Sanctorum”
  • Capacidad de vivir en comunidad
  • Capacidad de vivir la soledad dentro de la comunidad

22 LOS SACERDOTES DE LA COMUNIDAD

22.1  Los sacerdotes de “Communio Sanctorum” tratamos de buscar una fórmula que nos permite vivir nuestro sacerdocio de acuerdo a nuestro carisma
que es a la vez contemplativo y misionero.

22.2   Para garantizar la profundización del espíritu de contemplación, los sacerdotes de la comunidad se organizan de tal manera que puedan sustituirse
fácilmente y de esta manera pasar un tiempo determinado en uno de nuestros centros espirituales.

22.3  Los sacerdotes de la comunidad procuran de celebrar todos los días la Santa Misa y evitan a la vez de acumular las celebraciones eucarísticas para no caer en el peligro de la rutina.

22.4  La Santa Misa es el tesoro más grande de la Iglesia y en especial del sacerdote.

22.5  Se le recomienda la confesión frecuente para renovar permanentemente su vida de gracia y pureza y hacerse sensible para las insinuaciones e  inspiraciones de Dios.

22.6  El sacerdote que aprecia el sacramento de la penitencia procura también de comunicar este inmenso don a todos los que le son confiados, tratándose además del medio más importante para ayudar a las almas y ganarlas para Dios.

22.7  Cuídese el sacerdote también en su exterior presentarse identificable como un ministro de Dios, con discreción y sencillez.

22.8   Por el celibato, el sacerdote es hermano universal de todos. Preferencias afectivas de personas individuales o familias pueden suscitar celos y envidia y disminuir la eficiencia del trabajo pastoral. El amor del sacerdote ha de ser para todos sin diferencia ni distinción, siguiendo el ejemplo de Cristo, dando sin embargo prioridad a los más pobres y necesitados.

22.9  El sacerdote, incardinado en una diócesis o colaborando en un proyecto pastoral en ella, hace presente al obispo del lugar y debe esforzarse en cultivar intensamente los lazos de unidad y participar gustosamente en los programas de formación, de integración, actos litúrgicos y establecer vínculos fraternos con sacerdotes, diáconos religiosas y demás agentes de pastoral.

22.10   Incumbe al sacerdote que por su ordenación actúa in persona Christi, hacer presente al Señor donde esté. En las visitas de casas no sólo comparte las alegrías y penas de la gente, sino gustosamente invita y enseña a orar, lee o hace leer un trocito de la Palabra de Dios; siempre es el ministro de Dios, el pastor que busca a las ovejas.

22.11   Uno de los grandes objetivos de la labor pastoral y misionera de los sacerdotes de la comunidad consiste en fomentar la transformación de los hogares en “Iglesia doméstica” contribuyendo de este modo al saneamiento y fortalecimiento de las familias que convergen el día domingo con la comunidad parroquial, familia de Dios, consistente de muchas familias que son verdaderas células vivas de la Iglesia en las que los fieles cristianos ejercen diariamente su  compromiso bautismal.

 

23 CARISMA ESPECÍFICO DE LA COMUNIDAD

23.1  El miembro de ‘”Communio Sanctorum” es contemplativo y misionero, mitad monje, mitad misionero.

23.2  La concretización del carisma consiste en echar una mirada contemplativa en lo que Dios ha puesto en nuestras manos, luego trabajar incansablemente en llenarlo de vida para ganar para Dios a todas las almas involucradas en esta obra.

20.3   Toda actividad tiene su punto de partida en la adoración del Santísimo Sacramento y desemboca en ella. Las gracias obtenidas en la adoración fecundan
el campo, a veces árido, de nuestra labor pastoral y convierten el desierto del desconocimiento de Dios en un jardín hermoso de abundantes frutos espirituales.

23.4  Los miembros consagrados de nuestra comunidad se comprometen a adorar diariamente por tres horas el Santísimo Sacramento, aparte de la asistencia en la Santa Misa, oficio de las horas y Santo Rosario.

 

24 EL HORARIO DE CADA DÍA (adaptable a las circunstancias)

HORA

ACTIVIDAD

4:30

Despertar

5:00

Silencio

5:45

Laúdes y Maitines

7:00 – 14:00

Jornada de trabajo

15:00 – 18:00

Adoración del Santísimo,       preparación de tareas,

momentos de recreo

18:00

Santo rosario, Vísperas, Santa Misa

19:00

Silencio nocturno

24.1  En todos los lugares de nuestro trabajo se debe dar importancia a la adoración del Santísimo Sacramento y realizarla (por lo menos en parte) en horas accesibles para que puedan también acudir personas que no pertenecen a la comunidad.

24.2 La adoración en escuela, hospital, parroquia, etc. crea una esfera de bendición de la que quedan afectadas todas las personas involucradas en el proyecto, trátese de presentes o de ausentes.

25 CORRECTIO FRATERNA

25.1  

25.2  Es el espíritu de dulzura, de bondad, de magnanimidad. La razón de buscar y servir a Dios en una comunidad religiosa consiste en hacer transparente el amor de Dios respecto de la Iglesia. A la vez, es un signo escatológico, un vivir anticipadamente lo que será realidad definitiva cuando la Iglesia, la humanidad redimida, se perfile como la familia de Dios en la que todos seremos verdaderos hermanos y hermanas en Cristo. El que crea un ambiente de paz y armonía y anticipa en cierta manera el fluido celestial que gozarán todos los redimidos.

25.3  Evítese entonces todo lo que pueda perturbar la paz. Humillaciones abiertas o refinadas, asperezas, resentimientos, todo lo que crea una atmósfera de hostilidad. La persona que no fuese capaz de ello, manifestaría su incapacidad de vida comunitaria y tendría que renunciar a la pertenencia de la comunidad
antes de que su actitud negativa envenene las relaciones de los demás miembros.

25.4  Si la disconformidad se extiende en ti, pregúntate si tiene su razón en las falencias de la comunidad o es más bien expresión de un vacío interior que se inclina a buscar sus motivos en otras personas o en factores o situaciones que pueden alimentar el descontento en el propio corazón. De esta manera serías
una carga para la los demás y permitirías irresponsablemente acceso al espíritu de amargura en nuestra comunidad.

25.5   Una vocación de vida comunitaria requiere la capacidad de mirar humildemente a los demás superiores a sí mismo.

25.6  Cada inclinación y búsqueda de protagonismo es destructora.

25.7 Qué no haya interferencias, que cada uno trabaje con denuedo la parcela del Señor que el responsable de la comunidad le señale. 

25.8  No se dejen provocar por su ira. No debe ponerse el sol en su ira.

25.9   Cada clase de amargura, enojo, ira, griterío y blasfemia desaparezca de su medio. Sean bondadosos y misericordiosos cómo también Dios los perdonó por Jesucristo.

25.10  La crítica es la sal de la sopa; si se pone demasiado resulta incomible, si falta, la sopa no tiene sabor. Sin embargo, tiene que ser constructiva y con amor.

25.11 El sincero dice la verdad. El prudente a su debido tiempo. El amante con el tino necesario.

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